lunes, 11 de enero de 2010

MOVIMIENTO INDÍGENA: EL EZLN EN CHIAPAS.

BUSQUEDA DE AUTONOMÍA Y RECONOCIMIENTO.

Lidia Reyes Vasquez,
Gustavo Alfredo García Gutiérrez.

¿De qué tenemos que pedir perdón?
¿De no callarnos nuestra miseria?
¿De ser todos mexicanos?
¿De ser mayoritariamente indígenas?
¿De qué nos van a perdonar?
Comunicado del EZLN.



Presentación.


Hablar de lo indígena es, a menudo, sinónimo de inferioridad, marginación y olvido histórico por parte del gobierno y la sociedad. Representa aquello que es mejor no mirar, evadir y pasar por alto; personifica el atraso y es considerado como un obstáculo para el desarrollo de cualquier nación. Es la práctica de la negación del otro, es la otredad incómoda: del indio, de su cultura y costumbres diversas (Lander: 1995).


Los indígenas han sido sometidos y violentados a través del tiempo por gobiernos autoritarios que se cierran a lo diverso en su búsqueda del desarrollo, en su acepción positivista, del Siglo de las Luces. La solución a “tal problema” ha sido el emblanquecimiento de dicho sector, en el sentido de que se le pretende domesticar e integrar a la cultura dominante: la occidental.


Ante este panorama, a lo largo de la historia los pueblos indígenas se han levantado y alzado la voz: la insurrección, las armas, la rebeldía, etc. han sido la constante. Ya en el siglo XX el movimiento indio en la búsqueda del reconocimiento de sus diferencias culturales, de su particular forma de vida y de sus prácticas culturales, avanza hacia la demanda de la autonomía, como el medio idóneo de revertir el sometimiento, la explotación y la marginación que los caracteriza.


El reconocimiento de la identidad de los pueblos indígenas junto con la preservación de su cultura ha sido el principal eje alrededor del cual se teje el movimiento indio en el contexto de América Latina.



Objetivo:


Entonces, el presente trabajo hemerográfico tiene como objetivo describir el por qué un movimiento social como el del Ejercito Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) llega a tener significativa presencia en la sociedad mexicana.


Intentando lograr dicha finalidad se hará uso de la teoría de los movimientos sociales con autores como Touraine y Melucci, y su significación de estos aportes teóricos a los llamados Nuevos Movimientos Sociales, haciendo principal alusión al movimiento altermundista. Se usará para ello la base de datos hemerográfica: "Migraciones y Actores sociales en el campo mexicano" (Sub base movimiento indígena 2003-2005), del Grupo de Sociología Rural del Departamento de Sociología de la UAM-A” para dar algunos datos duros sobre el tipo de movilizaciones que se llevaron a cabo en dicho periodo por el movimiento indígena, haciendo primordial alusión al EZLN.



Contexto y antecedentes.


Un primer antecedente son las condiciones del trabajo en las haciendas de la región, de los peones acasillados y su ulterior liberación. La absorción de la mano de obra indígena por las fincas cafetaleras fue producto directo del crecimiento poblacional de los caxlanes chiapanecos, y es hasta la década de los 50’s cuando, con el giro de las haciendas agrícolas a ganaderas, que los indígenas “liberados” crean asentamientos en diversas regiones del estado, en Los Altos y en las cañadas de la selva (Tello: 2000, 47-51).


El desarrollo de la conciencia política de los indígenas de la región, en primera instancia, fue posible por la celebración del Congreso Indígena de Chiapas en 1974, auspiciado por el entonces gobernador Manuel Velasco Suárez, que funcionó como un medio propagandístico del problema indígena, y posteriormente gracias al trabajo emprendido por organizaciones políticas y sociales ideológicamente definidas, maoístas, que, en el contexto de la movilización estudiantil del 68 (González Casanova: 1998, 6-9), se dieron a la tarea de organizar a los campesinos indígenas y así fue como en 1975 llegan a Chiapas Línea Proletaria y Unión del Pueblo, fundada esta en la Universidad Autónoma de Chapingo, y que finalmente confluyeron en la organización de la Unión de Ejidos Quiptic Ta Lecubtesel-frase que el tzeltal cuya traducción en castellano es “Unamos nuestras fuerzas para progresar”- (Tello: 2000, 74-84).


Paralelamente, el asunto de ampliación de la dotación de tierra y la regularización de las existentes continuaba y se recrudecía con el mencionado Decreto de la Comunidad Lacandona “que negaba, sin contemplaciones, el derecho sobre la tierra de más de cuatro mil familias choles y tzeltales que vivían en el mismo territorio” (Tello: 2000, 65). Estos procesos, de dotación de tierra, tienen profundas raíces históricas, pues los efectuados durante la Colonia a pueblos enteros fueron desamortizados en la Reforma juarista, para luego ser apropiados por terratenientes, por la oligarquía crecida prolijamente al amparo del Porfiriato, contribuyendo con esto a la creación de las contradicciones que explotarían, primero en la Revolución de 1910 en una amplia zona del territorio nacional y nuevamente en Chiapas en 1994.


El problema agrario es sólo una dimensión del problema, otra la constituye la falta de garantías democráticas que cierran la lucha en los ámbitos institucionales, el autoritarismo y el continuo bonapartismo del sistema político mexicano, ante el cual los indios eran poco menos que invisibles y completamente discernibles; es el caso del fracaso electoral del Partido Socialista Unificado de México (PSUM) en Las Margaritas en 1982 y el fraude electoral priísta en San Juan Chamula que culminó con la toma de la presidencia municipal en 1974 (González Casanova: 1998, p.11-18).


El panorama social de Chiapas previó al implante del EZLN en la región y previó también al 1ro. de enero de 1994, es en sí mismo volátil, y esas circunstancias fueron las que hicieron viable y atractivo el proyecto propuesto por la Fuerzas de Liberación Nacional, fundadores del EZLN; el grado de marginación y pauperización de la región fue el catalizador del descontento legítimo de la población indígena.


Tras el 1ero. de enero y de la intentona de aniquilamiento militar por las fuerzas militares del Estado mexicano al EZLN y establecido el cerco militar, la sociedad civil se moviliza contra la violencia en la región y por una solución negociada del conflicto. Se detiene la abierta confrontación y se pasa a la guerra de baja intensidad. Como respuesta a ello, el EZLN en la 2da. Declaración de la Selva Lacandona convoca a un encuentro con la sociedad civil: la Convención Nacional Democrática, celebrada a finales del 94 y su segunda versión a principios del 96; posteriormente, el diálogo y el acercamiento con la sociedad civil nacional e internacional continúa con los Encuentros Internacionales por la Humanidad y en Contra del Neoliberalismo. Firmados los Acuerdos de San Andrés, y tras las elusiones de los compromisos contraídos con el gobierno federal, en el 97, el EZLN manda una caravana de 1111 delegados a la ciudad de México, con la finalidad de presionar para su cumplimiento; a esto, las autoridades federales respondieron con el hostigamiento vía las fuerzas paramilitares, que tuvo su más aciago momento con la matanza de Acteal el 22 de diciembre del mismo año. El hostigamiento paramilitar y militar continuó.


Como forma de legitimar su propuesta, en 1999 el EZLN impulsa una consulta nacional con la finalidad de que la sociedad civil se manifieste en torno a los Acuerdos de San Andrés; la opinión, por supuesto, es positiva. El año siguiente, ante las irrisorias promesas del otrora candidato del PAN a la presidencia y electo presidente, Vicente Fox, de resolver la cuestión de Chiapas “en 15 minutos”, la comandancia del EZLN anuncia la Marcha del Color de la Tierra, la caravana a la capital mexicana para presionar a la aprobación de lo pactado. Finalmente se turna la iniciativa de ley elaborada por la COCOPA, que recuperaba el espíritu de los Acuerdos de San Andrés, para su tentativa aprobación al Congreso de la Unión. Como era de esperarse, es modificada cerrando cualquier posibilidad de autonomía indígena.


Tras estos negativos acontecimientos, se anuncia el fin de los Aguascalientes en la zona zapatista que, estableciendo un símil con la Convención Revolucionaria celebrada durante la Revolución Mexicana y donde se encontraron las facciones campesinas, funcionaban como un espacio de encuentro con la sociedad civil, para dar paso a los Caracoles, en agosto del 2003, con lo cual se declaraba la construcción en los hechos de la autonomía indígena en las regiones liberadas, a la par de la Juntas de Buen Gobierno y de los Municipios Autónomos. Se ejercía en la práctica, lo negado en la institucionalidad.


La crítica y alejamiento del EZLN, en voz del subcomandante Marcos, con la clase política e incluso con algunos intelectuales, se consolida en la 6ta. Declaración de la Selva Lacandona en el 2005, con lo cual se queda virtualmente aislado, y a través de la cual se propone la Otra Campaña, que pretende incluir a diversos sectores vulnerables como las mujeres, los jóvenes, las lesbianas y los homosexuales y que principia ya en el 2006. Es en este año que se sucede un conflicto postelectoral, ante supuesto fraude electoral en el cual accede a la presidencia Calderón Hinojosa; el EZLN se repliega durante este periodo y reanuda las actividades de la Otra Campaña tras disminuir la efervescencia lopezobradorista.
Teoría de los Movimientos Sociales: Touraine y Melucci.


La escuela europea busca responder al por qué de los movimientos sociales. Melucci al igual que Touraine son los teóricos más emblemáticos de dicha perspectiva; para ambos, un movimiento social debe tener como base la búsqueda de la transformación de las relaciones sociales de dominación. Para que un conjunto de acciones colectivas sean consideradas como un movimiento social, tienen que plantearse como objetivo la modificación de las instituciones políticas, económicas y sociales, es decir, un cambio estructural. Así, los movimientos sociales, según Touraine, tratan de cuestionar orientaciones generales de la sociedad.


Touraine se basa en la sociología de la acción y pone como eje central de cualquier movimiento societal al “Sujeto”, capaz de transformar las relaciones sociales de dominación, bien sea el mercado o alguna otra forma de “comunitarismo” autoritario. Para él, un movimiento social solamente resulta tal si se evidencia un tipo específico de acción colectiva, en donde una categoría social (aquellos que comparten un mismo sentir, un mismo problema o un mismo reclamo) cuestiona alguna forma de dominación social e invoca valores contra dicho adversario cuestionando así su legitimidad. La definición de un adversario resulta de vital importancia; definirlo con claridad es lo que le de da vida al diálogo conflictivo entre el “Sujeto” (que busca ser escuchado y reconocido) y aquel que no presta atención a las necesidades sociales, económicas, políticas y culturales del primero.


Los movimientos sociales combinan un conflicto social con un proyecto cultural que se define siempre por referencia a un Sujeto. Son movimientos de compromiso que hacen un llamamiento al individuo como principal actor, el cual puede llevar a cabo una acción colectiva que se libra en nombre del sujeto mismo. Así, “el movimiento social defiende un modo de uso social de valores morales en oposición al que sostiene y trata de imponer su adversario social” (Touraine: 104,1988). Son movimientos que tienen como principal motor el discurso de valores que hace alusión a la libertad individual y al respeto de los derechos, junto con la arraigada conciencia de la existencia de un conflicto con un adversario.


Todo movimiento social tiene como fondo dos vertientes: la utópica, en donde “el actor se identifica con los derechos del sujeto”, y la ideológica “en donde el actor se concentra en su lucha contra un adversario social” (Touraine: 106,1988).


Es la sociedad civil el vínculo que une al movimiento social y al sujeto que emprende acciones colectivas a favor de la liberación de los actores sociales y contra el funcionamiento de la economía dominada por la ganancia y la voluntad de dominación y poder. De esa forma el Sujeto procura encontrar espacios autónomos que reivindiquen su reconocimiento a gozar de libertad y derechos equitativos.


El movimiento social asocia un llamamiento moral y un conflicto directamente social que se orienta hacia la búsqueda de objetivos positivos, uniendo la conciencia, la acción, el conflicto y la utopía. Son movimientos que apelan al reconocimiento de un actor histórico en la búsqueda de sus intereses y la afirmación de su propia cultura.


Cuando los movimientos se centran en defender la afirmación de los derechos culturales se puede hablar de movimientos culturales los cuales definen sus acciones colectivas por un origen o una pertenencia étnica. Así la jerarquía es remplazada por la búsqueda de la diversidad. Son movimientos de impugnación y de liberación.


Los movimientos sociales hacen un llamamiento al actor social para movilizarse a favor de su libertad y en defensa de sus derechos como persona, formando al mismo tiempo parte de una sociedad o grupo más amplio. Son acciones sociales que responden a la necesidad de las personas por dar a conocer sus reivindicaciones debido a que se enfrentan a situaciones de rechazo, agravio y exclusión. Son luchas que se emprenden en la sociedad civil en la búsqueda del reconocimiento de una identidad y reconocimiento por parte del Estado.


Los movimientos sociales se organizan con el propósito de incentivar a los actores sociales a ser participes de las distintas acciones de protesta. Así, los actores sociales tejen redes de organización para hacer públicos sus reclamos, valiéndose de distintos medios a través de los cuales pueden dar a conocer sus objetivos y preocupaciones.


Las acciones del movimiento no siempre son constantes y visibles, ya que hay periodos en los que se pueden encontrar en pleno apogeo, y otros tantos que son de quietud o de crisis al interior de la movilización. Las acciones de protesta, de convencimiento, de violencia, ruptura y negociación son las determinantes del buen o mal funcionamiento del movimiento.


Así, el núcleo de todo movimiento social o cultural es el Sujeto emprendedor de la acción que tiene como base un discurso moral y político para combatir con su adversario, que generalmente resultan ser las fuerzas económicas y políticas que procuran imponer la ideología del mercado y/o de cualesquiera “comunitarismo” que lo erosionan. Sin embargo, no se debe confundir un movimiento social con una acción revolucionaria que intenta terminar con el adversario, más bien, se intenta llegar a acuerdo con éste debido a que todo movimiento contiene en si mismo una aspiración democrática.


Es así como todo movimiento social demuestra que el actor social tiene la capacidad de producir su historia a través de sus orientaciones culturales y sus conflictos sociales luchando contra el poder hegemónico de una élite para construir una visión alterna de la sociedad.


Melucci también es partidario del presente enfoque. Según el autor un movimiento no puede ser analizado solamente dentro de las contradicciones estructurales, o por el contrario desde la simple lógica de los actores que llevan a cabo la acción. Para él, los movimientos son construcciones sociales en las que se debe tomar en cuenta una serie de interacciones de objetivos, recursos, obstáculos, al mismo tiempo que se debe tener presente que la acción opera en un campo sistémico de posibilidades y límites. Más que una consecuencia de crisis o disfunciones, más que una expresión de creencias, la acción colectiva es construida gracias a una inversión organizativa. Así, mantener organizados a los individuos y movilizar recursos para la acción significa distribuir valores, potencialidades y decisiones en un campo que se encuentra delimitado; son las posibilidades y las fronteras establecidas por las relaciones sociales las que condicionan la acción.


Así, para Melucci, los movimientos son “sistemas de acción” en el sentido de que sus estructuras son construidas por objetivos, creencias, decisiones e intercambios, operando (todos ellos) en un campo sistémico. El autor define al movimiento social como “aquel grupo de individuos y organizaciones que protestan porque tienen una visión del mundo y una identidad colectiva que les permite (a los que forman parte del movimiento) en varios eventos de protesta presentar su acción en una perspectiva amplia” (Vargas: 12,2008). Los movimientos sociales tienen que ser acciones emprendidas a partir de un propósito bien definido por cambiar la estructura política y económica, la cual excluye a aquellos que forman parte del movimiento social en su búsqueda por el derecho de su libertad, autonomía y reconocimiento.


La definición analítica que él propone de movimiento social como forma de acción colectiva debe abarcar tres dimensiones. Tiene que estar basada en la solidaridad, es decir, la capacidad de los actores de reconocerse así mismos y de ser reconocidos como miembros del mismo sistema de relaciones sociales; la presencia del conflicto, una situación donde dos adversarios se encuentran en oposición sobre un objeto común y de interés para ambos; y, finalmente, la ruptura de los límites de compatibilidad de un sistema al que los actores involucrados se refieren (Melucci: 1999). Sin embargo, un movimiento social y la consecuente acción social no se pueden gestar sin antes contar con una identidad colectiva.


Para Melucci la identidad colectiva es una definición compartida y producida por varios individuos en interacción que se encuentran preocupados por situaciones similares. Tomado en cuenta lo anterior un “movimiento social es una red de interacciones informales entre una pluralidad de individuos grupos y organizaciones enganchadas en conflictos políticos y culturales sobre la base de identidad colectiva compartida” (Vargas: 15,2008).

De esa forma, los principales rasgos de los movimientos sociales a los que hacen alusión ambos autores son:


-La formación de una identidad colectiva en búsqueda del reconocimiento ante la exclusión de cierto sector de la sociedad.


- La identificación de un adversario u oponente.


-Ya identificado el enemigo, se le enfrenta mediante protestas, mítines, levantamientos, etc., sin dejar nunca de lado la posibilidad de negociar en buenos términos el bienestar común.


Entonces, debe existir una interacción entre los integrantes del movimiento, la identificación de un problema a resolver y la posible negociación buscando cambiar las bases de las relaciones sociales de dominación.


Así, la orientación del Sujeto a la formación de nuevas identidades, más allá de conflictos de clases, hace pertinente hablar de los Nuevos Movimientos Sociales (NMS). Los NMS hacen alusión a una sociedad postmoderna y postindustrial; son una forma de acción colectiva impugnadoras de los abusos del poder político y económico para así tratar de quedar libre de la dominación del Estado y del mercado.


El surgimiento de estos nuevos movimientos sociales “se conecta con la falla del sistema democrático en las sociedades postmodernas” (Vargas; 5,2008). Por ello buscan luchar por la libertad individual, la igualdad y los derechos humanos.


A diferencia de los viejos movimientos sociales que se basan en un enfrentamiento directo entre clases sociales, los nuevos construyen la identidad del otro (del adversario) con distintos actores, como por ejemplo, el Estado, los medios de comunicación, las empresas transnacionales, las instituciones, etc. Entonces no surgen basándose en las clases sociales.


Los nuevos movimientos sociales se basan en la construcción de nuevas identidades sociales, políticas y económicas, que entran en conflicto y confrontación con los valores y normas dominantes. Son movimientos no institucionales y no convencionales que muchas veces se construyen alrededor de identidades pasadas, por ejemplo, los movimientos indígenas que tienden a proponer una nueva forma de comunidad haciendo alusión al reconocimiento de su autonomía.


Son movimientos que se apoyan en distintos actores como las mujeres, la iglesia, los comités de derechos humanos, los grupos ambientalistas y otros. Tienen la intención de transformar la conciencia de los participantes para que estos ganen confianza en sí mismos y desarrollen la habilidad de extraer concesiones gubernamentales concretas (Vargas: 2008). Así, desarrollan identidades colectivas que apuestan al conflicto para buscar el cambio social. Es la acción colectiva de estos nuevos movimientos sociales la que contribuye al cambio social que da a los individuos la oportunidad de dar a conocer sus preocupaciones y quejas al público en general. Dichos movimientos existen generalmente porque la sociedad civil se encuentra en un estado de cambio.


Existen nuevos movimientos sociales que forman redes globales en contra del orden global neoliberal a través de distintos medios de comunicación como el internet. Son los llamados movimientos altermundistas.


Los movimientos altermundistas son redes transnacionales de defensa o redes de activistas internacionales que se agrupan por la convergencia de ideas y valores basados en principios como la paz, la equidad, el respeto a la identidad y la diversidad, la solidaridad y más, de acuerdo con los principios de libertad, igualdad y fraternidad. Están conformados por sujetos reflexivos capaces de imaginar mundos mejores para todos, a los cuales aspirar (Sánchez: 2009).

Son movimientos que:


- Reivindica demandas locales que al compartirse se transforman en globales.

- Utilizan las nuevas tecnologías como el internet.

- Reivindican un mejor mundo, distinto y más justo.

- Su meta es impulsar la solidaridad y la unidad en la diversidad, para promover relaciones económicas basadas en la igualdad y la justicia social.



Análisis de caso: EZLN.



La lucha por la tierra fue durante mucho tiempo el móvil por el cual los habitantes del sur emprendieron disputas y movimientos, sin embargo, las luchas por el reconocimiento y la autonomía de las comunidades indígenas pasaron a jugar un papel central en nuestro contexto. Según los datos del siguiente cuadro, es en la región del sur donde se han llevado a cabo mayoritariamente los movimientos indígenas. De los 155 casos registrados en la base de datos hemerográfica: "Migraciones y Actores sociales en el campo mexicano" (Sub base movimiento indígena 2003-2005), 124 se presentan en el sur.




Base de datos hemerográfica: "Migraciones y Actores sociales en el campo mexicano" (Sub base movimiento indígena 2003-2005), del Grupo de Sociología Rural del Departamento de Sociología de la UAM-A”.


Es principalmente en el Estado de Chiapas donde se han llevado a cabo los movimientos indígenas que a pesar de tener todo un recorrido histórico que se gesta a partir de la década de los setenta, es con el Ejercito Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) que dicha lucha logra tener gran impacto en la sociedad mexicana gracias a su apego con los medios masivos de comunicación. En el siguiente cuadro se muestra que de los 176 casos registrados en la base son 93 los que se hallaron en el estado de Chiapas.




Base de datos hemerográfica: "Migraciones y Actores sociales en el campo mexicano" (Sub base movimiento indígena 2003-2005), del Grupo de Sociología Rural del Departamento de Sociología de la UAM-A”.



Resulta evidente el conflicto central del Sujeto, del que habla Touraine, enfrentado a las fuerzas del mercado, del neoliberalismo, en la cuestión chiapaneca: no es casualidad que el levantamiento del EZLN tenga lugar, precisamente, el día de la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio (TLC); Tratado de comercio que es de sí la máxima expresión de las fuerzas y apuesta por el mercado.


Si el protagonista central es el Sujeto en los movimientos societales, para Touraine, la reivindicación libertaria de la identidad de las minorías (étnicas, lésbicas, gay, mujeres y jóvenes) ubica precisamente al EZLN muy cerca de los Nuevos Movimientos Sociales. Atrás quedan las etiquetas clasistas, atrás queda el discurso todavía evidente en la 1era. Declaración de la Selva Lacandona situado próximo a la izquierda tradicional: “utilizamos los colores rojo y negro en nuestro uniforme, símbolo del pueblo trabajador en sus luchas de huelga”.


Y si tanto para Touraine como para Melucci el rasgo definitorio de los Movimientos Sociales lo constituyen las pretensiones de modificar las relaciones de dominación, de plantearse un cambio estructural, el EZLN en la medida en que construye en los hechos la autonomía indígena haciendo a los pueblos indios zapatistas protagonistas de su propio desarrollo, y deja atrás el paternalismo con el que las instituciones estatales han tratado a los pueblos originarios, revierte, parcialmente al menos, las condiciones de dominación impuestas por el Estado y la sociedad mexicana. Autonomía respaldada en las Juntas de Buen Gobierno y los Municipio Autónomos.


Así, el espacio autonómico construido mediante el consenso, el acuerdo entre las comunidades y al interior de estas, libera al Sujeto tanto de las fuerzas de mercado como de cualquier “comunitarismo” autónomo, puesto que mediante la discusión se potencia su reconocimiento como individuo inserto y no diluido en un conglomerado social, con lo que, además, cuestiona las “orientaciones generales” de la sociedad, al representar una crítica a la democracia representativa y hacer de los indígenas zapatistas ciudadanos deliberativos que toman parte en las decisiones, es decir, construyen una democracia de participación directa, democracia social. Así expresado, el Sujeto deja clara su carácter protagónico.



Así, la construcción de un proyecto cultural combinado con un conflicto social (la situación de marginal de los pueblos originarios) tiene por referencia al Sujeto: el indígena, la minoría. Y a partir de esta referencia al Sujeto se libran acciones colectivas cuya finalidad es la de resguardarlo, darlo a conocer y hacerlo escuchar. La dimensión utópica en este caso aparece referida a los derechos de las minorías, el Sujeto, evidente a lo largo del discurso del subcomandante Marcos (“los del color de la tierra” “los de la noche”); en tanto la dimensión ideológica, de la que también habla Touraine, se esboza en la crítica de la clase política mexicana y de las políticas neoliberales, esta vertiente ideológica en el caso chiapaneco es más evidente pues cabe recordar que media una declaración de guerra al Estado mexicano.



En el caso de Melucci, está la cuestión de la identidad colectiva; la identidad como indígenas y como zapatistas ha posibilitado la continua movilización, discusión y mantenimiento de las Juntas del Buen Gobierno, de las bases de apoyo y del grupo armado. En la medida en que hay una interacción interindividual, intercomunitaria e interregional, el EZLN se afirma como un sistema de acción, y como movimiento social, construido a partir de creencias y valores comunes.

En este sentido, al igual que para Touraine, hay una definición clara del enemigo: el Estado y las políticas neoliberales, conectado con una falla en el sistema democrático. Hay, por otro lado, relaciones basadas en la solidaridad del grupo, que en caso del EZLN está representado por la cohesión tanto al interior de las comunidades como entre ellas y en su calidad de indígenas rebeldes, zapatistas. Y también es evidente la ruptura de los límites de compatibilidad del sistema, puesto que la práctica de la autonomía desborda al actual pacto social y aún en el caso de que se procediera a una verdadera Reforma Constitucional que la incluya, estaría igualmente significando, dada la relevancia de la cuestión, una nueva Constitución y un nuevo pacto social.

Y en el sentido en que la lucha zapatista es una busca por la libertad, y una formulación identitaria como indígenas y como minorías, más allá del conflicto clasista, confrontado con los valores y normas dominantes, a saber la democracia representativa, que directamente cuestiona las relaciones de dominación y los abusos del poder, apoyados además en una diversidad heterogénea de actores, constituiría un Nuevo Movimiento Social. Y en la medida en que se opone a la globalización y el neoliberalismo, el EZLN posee una vertiente altermundista; estos grupos también caracterizados por el uso de la tecnología, el internet, como medio donde fluye la información, por donde se genera la organización y se difunden los comunicados, comparten con el EZLN el uso estratégico del internet en la creación de redes ciberelectrónicas no solo nacionales, sino internacionales.



Además, atendiendo a lo que plantea la teoría de Movimientos Sociales, dicho movimiento más que buscar acciones de fuerza, siempre ha intentado llegar a la búsqueda de acuerdos con su adversario (el gobierno y el neoliberalismo), como por ejemplo los Acuerdos de San Andrés. El siguiente cuadro muestra que de los 93 casos registrados con respecto a las acciones emprendidas, son 78 en los que se registra la búsqueda de acuerdos.



Base de datos hemerográfica: "Migraciones y Actores sociales en el campo mexicano" (Sub base movimiento indígena 2003-2005), del Grupo de Sociología Rural del Departamento de Sociología de la UAM-A”

Si bien el enfoque de los Movimientos Sociales, representado por Melucci y Touraine, es idóneo para la caracterización y acercamiento con un movimiento social como lo es el neozapatismo, quizá sería complicado aplicarlo a otros movimientos sociales. Hablar del zapatismo es referirse a un grupo armado que aunque no se plantee el acceso al poder si se propone cambios estructurales: la autonomía, los municipios autónomos.

En el caso de movimientos de otra naturaleza, como los organizados en torno al acceso a los servicios públicos, vecinales o religiosos que no se plantean un cambio socio-económico en un nivel estructural, pero que sin embargo son sistemas de acción conformados por diversos actores movilizados y generadores de acciones colectivas, sin un enemigo tácito, explícitamente identificado, la propuesta de la escuela europea resulta demasiado rigurosa, las etiquetas teóricas resultan excesivas.

Bibliografía.

-Base de datos hemerográfica: "Migraciones y Actores sociales en el campo mexicano" (Sub base movimiento indígena 2003-2005), del Grupo de Sociología Rural del Departamento de Sociología de la UAM-A”

-González Casanova, Pablo (1998). Causas de las rebelión en Chiapas, México, EZLN

-Lander, Edgar (1995). “América Latina, historia, identidad, tecnología y futuras alternativas posibles” en el Límite de la civilización industrial. Edit. Nueva Sociedad, Caracas, Venezuela.

-Melucci, Alberto (1999). “Acción colectiva, vida cotidiana y democracia”.

-Sánchez Armando (2009). “Movimientos campesinos en el cotidiano” en El Cotidiano, revista de la realidad mexicana actual, número 56.

-Tello Díaz, Carlos (2000). La rebelión de las cañadas. Origen y ascenso del EZLN, México, Ed. Cal y Arena, 1era. reimpresión.

-Touraine, (1988). “¿Podemos vivir juntos? La discusión pendiente: El destino del hombre en la aldea global”.

-Vargas, José (2008). “Expresiones del debate de los nuevos movimientos sociales en el contexto de Latinoamérica Y México”. El Cotidiano.

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